martes, 11 de agosto de 2009

Twitter, Stieg Larsson y 'The Wire'

Mi sobreexposición hacia temas relacionados con el periodismo ha ganado en intensidad por varios hallazgos: de un lado, el seguimiento de estos temas en redes sociales como Twitter (no entiendo que haya institución o empresa preocupada por la comunicación corporativa que no tengan abierto un canal aquí; claro que tampoco entiendo ahora mi tibieza inicial) y, de otro lado, la dedicación de mi ocio veraniego a lecturas como la trilogía de Stieg Larsson o a series de televisión como The Wire. (En las novelas del escritor sueco se halla cierta esperanza hacia el futuro de la profesión, inapreciable en la serie basada en el día a día de Baltimore, de la que dejo a continuación un vídeo promocional para abrir boca).


La red sigue debatiendo con intensidad sobre el futuro de la profesión, es decir, del negocio. Los términos del debate se fijan en dos posiciones. Están los que, como Jeff Jarvis, parten de la base de la gratuidad de la información en internet y, desde aquí, apuestan por refundar la industria y eliminar barreras desde la agregación de contenidos. Luego tenemos a magnates como Murdoch, que lejos del gratis total parecen decidirse por volver a los contenidos de pago en la red.

Entiendo la queja de Murdoch. Aunque, cambiando de industria, también el sexo gratis en internet está a un paso de desmontar el antiguo imperio de Playboy: hoy cualquiera tiene al alcance de un clic una teta. También contamos con esta fábula sobre el correo postal y el electrónico.

Pero en la industria informativa no está en riesgo sólo el beneficio de los ejecutivos de corporaciones mediáticas como las de Murdoch. El riesgo es que el nuevo modelo de negocio no pueda costear una cobertura completa de un enviado especial (por no hablar de un corresponsal: fijo en un país distinto a donde está su redacción). El riesgo es que no haya empresarios o lectores que reconozcan el valor de una crónica como la enviada por Ramón Lobo desde Afganistán.

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Un añadido de última hora. Escribo esto a medianoche y tengo por delante la portada de La Vanguardia. Dice: "La bolsa da aire a las grandes fortunas. Ocho grupos familiares suman este año beneficios de 12.431 millones". ¡Alegría! ¡Seguro que estamos ante el principio del fin de la crisis! Aunque la CEOE insista en que se baje urgentemente un 1% los salarios de los trabajadores...