Me temo que, en el fondo, todos tenemos interiorizado algo del espíritu SGAE. El sofware libre es algo así como un impulso rebelde propio del idealismo, pero que se cae por su propio peso cuando alguien intuye que puede ganar dinero gracias a las patentes y a los derechos de autor. Es el caso del último "héroe de las descargas libres", un programador informático que ha terminado aceptando las leyes del mercado que un día desafió. Fue bonito mientras duró.
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Ya sabemos que la cosa anda revuelta en Irán, donde los ciudadanos acuden a internet para extender las protestas que son reprimidas en la calle por el régimen tras la dudosa reválida del presidente Ahmadineyad. Al parecer Twitter es el principal subterfugio contra la censura, esa vieja fórmula de salvaguardar los derechos de autor sobre la libertad de expresión. Ni que decir tiene dónde se están programando las mayores protestas. El llamamiento mundial es el siguiente:
Que quien use Twitter cambie su zona horaria a GMT +3.30 y la localización a Teherán para dificultar que las autoridades iraníes localicen a los disidentes que publican en el sitio web.