martes, 5 de mayo de 2009

El Cuerpo Místico

Hace algunos días leí de un tirón Crónicas del linfoma, un librito del fallecido corresponsal de El País en Berlín José Comas en el que narra con estilo periodístico la evolución de su propia enfermedad. No hay espacio para recrearse en el dolor ni caer en falsos sentimentalismos. En realidad, se trata de un compendio de correspondencias con los amigos y compañeros, preocupados por su estado de salud, y a quienes Comas se refiere como el Cuerpo Místico. Y explica de dónde viene esta teoría:
“Fue a finales de los setenta una tarde-noche en casa de mi colega (…) Me preguntó Amalia qué me hacía tomar con tanto ímpetu el periodismo y respondí: “El periodismo es como el cuerpo místico de Cristo”. Urralburu, que creo que había sido cura, se revolcaba por el suelo de risa. A Amalia, menos ducha en estas materias, tuve que explicarle la teoría del cuerpo místico. Nos contaron en el colegio de los jesuitas que el sufrimiento de Jesucristo y los sacrificios de todos los católicos acumulaban una especie de capital circulante por el mundo que servía para ayudar a los creyentes necesitados de fuerza en situaciones críticas (…) Le expliqué a Amalia que en el periodismo ocurría algo similar y que yo sentía la fuerza que me transmitían los lectores y toda la cadena de producción del periódico como si de una especie de cuerpo místico periodístico se tratase. Amalia y sus amigos periodistas todavía hoy, 25 años después, se ríen y me toman el pelo por semejante desvarío”.
No viene mal recordar esto después de que ayer lamentáramos lo ocurrido con Enric González. O después de leer la maravillosa columna escrita hoy por Rosa Montero, donde da cuenta del transcurrir de una vida, y de cómo se afronta ésta desde la ética del periodismo, poco después de que falleciera su marido.